Los ancianos empezaban a probarla en dosis mínimas, se manifestaban síntomas como euforia excesiva, insomnio, dilatación de las pupilas, aceleración cardiaca, gastritis, desvaríos lingüísticos y lo peor, obsesión compulsiva y dislocaciones de pelvis.
Los pocos que nunca habían probado la droga se abstenían por cumplir la ley a ciegas, o porque temían perder su libertad, no querían sucumbir a la esclavitud del vicio, los que consumían otras drogas preferían alejarse de esta, sabían que de probarla nunca más podrían abandonarla, les tocaría morir por su causa, pero era todo en vano, los únicos que parecían liberarse de ella eran los sacerdotes, sin embargo los rumores decían que algunos consumían un poco a escondidas, incluso dicen que buscaron el sacerdocio para alejarse del vicio, por probar una adicción menos fuerte.
Se realizaron canciones en su honor, se transmitían programas televisivos que ridiculizaban a los consumidores, se escribió sobre ella, algunos utilizaban hojas de libros para consumir sus dosis, incluyendo páginas de la biblia.
Tuve que ver como amigos del barrio se transformaban por este vicio, incluso algunos amigos que se burlaban de ellos los vi en rincones consumiendo dosis en secreto, descubrí que mi madre la consumía hacia ya bastante tiempo al igual que papá.
Yo llegue a ella por casualidad, conocí a una muchacha que me la ofreció, dudé un instante pero no me pude resistir, accedí a probarla y comencé a sentirme extraño, mi cuerpo comenzó a variar y a sentir raros estímulos, recuerdo que primero la tomé con la mano, luego aquella muchacha me la transmitía boca a boca y al final con otras partes de su cuerpo.
Ya no la puedo abandonar, lo he intentado lo juro, por eso a veces cuando me atacan los impulsos para combatirlos consumo alcohol y escribo, estos son vicios menores, pero a diario lo intento dejar, lo juro.
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